Cosas de Garroberos: TESOROS (Cuento)

 Cosas de Garroberos

Por: Dionisio Carvajal Gätgens (*)

La ignorancia y la ambición hacen audaces a los hombres. Posiblemente las dos cosas impulsaban a tres rapazuelos espartanos, allá por la época de los 50, a buscar fabulosos tesoros.

Armados de un mecate y de alegre ánimo, planeaban bajar a las profundidades de una letrina recién abierta en los patios de la escuela. A Popi, Lotario y Nico, apodos por los que se conocía a los pilluelos, que a la sazón tendrían ocho años, les obsesionaba la idea de rescatar los fabulosos tesoros que yacían esperando en el fondo del pozo.

Tres días antes, por orden de su directora, las maestras habían requisado a los niños de la escuela sus más valiosas pertenencias: bolas, botones, chapas, cuerdas y trompos, y los habían lanzado dentro del pozo.

De acuerdo con la estrategia, el trabajo se iba a hacer un domingo por la mañana. Llegado al fin el esperado momento, escalaron la tapia que rodeaba la edificación, saltaron al suelo y se dirigieron apresuradamente al excusado.

Allí, mientras Popi cuidaba la entrada, y Nico sostenía el mecate, Lotario descendía rápidamente apoyándose en las paredes del hueco. Hasta afuera llegaban las voces de admiración del pequeñín Lotario:

Popi! ¡Aquí está aquella “sapita” dormilona (**) de cocobola! También encontré el pirucho bueno para los mecos que le quitaron a Elías… ¡Nico! ¡Fíjate que están juntos todos los botones de carey que le habías ganado a Jorge!

Así transcurría la alegre operación cuando, de pronto, lo inesperado: la portera de la escuela, una señora muy activa y regordeta, caminaba directamente hacia el excusado. Popi, el “campana” del grupo, dio la voz de alarma a Nico. Ambos huyeron despavoridos del lugar, dejando a Lotario en el fondo sin siquiera avisarle.

Muchos años después, en amistoso convivio, celebran un aniversario más de su graduación escolar, en compañía de sus antiguas maestras y doña Lila, la portera. Recordaban, entre risas, como la buena señora, al sentarse, oyó una vocecilla profunda, ahogada, que decía:

-“¡Dame luz, Popi, dame luz!”

(**)  Trompo.

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(*)  Dionisio Carvajal Gätgens,  es funcionario bancario jubilado, Escritor, nativo y residente de Esparza.

Bibliografía

Carvajal Gätgens, Dionisio. “Cosas de Garroberos”. Publicado bajo el patrocinio del Banco de Costa Rica. San José, 25/noviembre/1982. Pág. 24-26.

Ilustración: Hugo Díaz.

Cuento publicado con permiso del autor, en el Blog “Esparza Mía…”, del Folclorista y Gestor Sociocultural Marco Fco. Soto Ramírez, el 16 de julio de 2015.

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