
“Cosas de Garroberos”
Por: Dionisio Carvajal Gätgens
Las sombras de la noche eran cómplices de Jacinto y Miguel cuando, subrepticiamente, llegaron al lugar donde se encontraban los entierros de indios.
El gamonal dueño de la finca tenía fama de matón; por eso, habían tenido que sortear mil obstáculos, arriesgando sus vidas inclusive, para hacer realidad tan fraguados planes.
La tierra era suave y arenosa. La excavación y la ansiedad avanzaban rápidamente.
Miguel, el más débil y tranquilo de los dos, había salido a descansar cuando el hueco tenía unos tres metros de hondo.
Jacinto apuraba los macanazos. La experiencia les decía que estaban a punto de hallar los primeros huesos y con ellos quién sabe qué valiosas piezas de arqueología.
Un silencio repentino le indicó a Miguel que algo raro sucedía abajo, por lo que indagó:
– ¿Qué pasa, compañero? ¿Estás cansado?
– No, no es eso –repuso Jacinto, apoyando su cuerpo con una mano en la herramienta, mientras con la otra sostenía un objeto de llamativos colores–. Es que me voy a salir de este carajo hueco ahora mismo: Primero, porque quiero hacer una necesidad y, segundo, porque yo no sabía que estos desgraciados indios fumaran “Capri”.
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Bibliografía
Carvajal Gätgens, Dionisio. Cosas de Garroberos. San José. 1 ed. Banco Central de Costa Rica. Oficina de Prensa. 1982. Pág. 8.