
Serie “Derribando Mitos”
Por: Lic. Arturo Ugalde García (*) y Marco Fco.·. Soto Ramírez (**)
La Ciudad del Espíritu Santo
En torno al origen y asentamiento, específicamente de la Ciudad del Espíritu Santo, se han tejido varias versiones; algunas de ellas en forma errónea y otras interpretadas de manera muy sui géneris. Como historiadores y coterráneos, no podemos permitir que dichos errores prevalezcan, en virtud de la rigurosidad y seriedad que conlleva un hecho histórico tan trascendental como es la fundación de nuestra ciudad.
De todos es muy bien conocido que la ciudad de Esparza tuvo únicamente dos asentamientos; mientras otros coterráneos afirman que tuvo tres asentamientos. De este presunto tercer asentamiento, no existe mención alguna en el Archivo Nacional de Costa Rica, ni en el Archivo Arquidiocesano de la Curia Metropolitana [1], ni en el Archivo de la Catedral de León, mucho menos, en el Archivo General de la Nación de México [2].
Para la ubicación y demás detalles sobre el asentamiento de la ciudad del Espíritu Santo, fue de primordial importancia el proceso criminal iniciado, el 17 de diciembre de 1574, por el Gobernador y Capitán General de Su Majestad Alonso Anguciana de Gamboa contra los vecinos del sitio de Aranjuez, por los delitos de desobediencia a la máxima autoridad colonial, complicidad y traición a la Corona Española. [3].
Con respecto al traslado y fundación de la ciudad del Espíritu Santo, expresó el enjuiciado Francisco de Fonseca:
“La cibdad de Aranjuez se había de mudar de este asiento a otra parte, que fuese en el Valle del Coyoche, donde al presente está la cibdad del Espíritu Santo… e quedaron de pasarse a él, el verano que viniese” (Ibíd Pág. 43)
El párrafo anterior es elocuente para demostrar que la ciudad del Espíritu Santo, para diciembre de 1574, ya estaba fundada. Por nuestra parte, consideramos que la ciudad del Espíritu Santo había sido fundada en el invierno de 1574, específicamente, en la parte baja de la provincia de Garabito, donde se encontraba el asiento de San Jusepe…
“…donde está agora un hato del dicho señor gobernador (Alonso Anguciana de Gamboa), para que se pasasen allí, por estar más cerca de los dichos indios de Garabito que los habían de servir y apartados de los indios chomes”. [4].
De la cita textual anterior, podemos deducir que:
- La ciudad del Espíritu Santo había sido fundada en la estación lluviosa de 1574; aproximadamente en el mes de setiembre.
- Es evidente el interés inmediato del gobernador Alonso Anguciana en trasladar la ciudad de Aranjuez al asiento San Jusepe, donde tenía su ganado vacuno, caballar y mular.
- Es importante diferenciar los términos “sitio” y “asiento”. El “sitio” conlleva ausencia de la presencia humana, y el “asiento” o “asentamiento” es todo lo contrario.
- Entonces, consideramos muy importante dejar en claro algo que, prácticamente, ningún investigador histórico o empírico ha mencionado: El primer nombre que recibiera el lugar donde se fundó la ciudad del Espíritu Santo ya era conocido como “San Jusepe”.
- Para mayor orientación, señalaremos que el asiento de San Jusepe estaba ubicado en la región en donde actualmente se encuentra la Hacienda Cabezas, El Mojón, Mojoncito, Pan de Azúcar y El Tejar.
- La cercanía de los indios de Garabito se constituía en mano de obra accesible para el cuido, vigilancia y mantenimiento del ganado del gobernador, en otras palabras, eran los sabaneros, los productores de queso y los encargados de la salud animal, así como el “amansar” bueyes, y ganado caballar y mular.
Cabe indicar que el hecho de que el gobernador Alonso Anguciana de Gamboa tuviera un hato de ganado, no quiere decir que era titular de determinada cantidad de tierra, pues en su calidad de funcionario asalariado al servicio de la Corona, le estaba vedado tener propiedades inscritas a su nombre.
Retomando el tema de la sumaria mencionada, también declaró Esteban de Mena, Alcalde de la Santa Hermandad de la ciudad de Aranjuez (rango que retuvo al trasladarse al asentamiento de la ciudad del Espíritu Santo). Éste expresa:
“…ques verdad que el señor gobernador los quiso sacar de aquí (Aranjuez), y los mandó que poblasen en el rio de La Barranca, donde el señor gobernador tiene asentado al presente un hato… ques verdad que recibieron los solares (y el trazado del cuadrante de la ciudad) y cargos susodichos (cargos del cabildo), e han usado dellos e han quedado de que, en siendo verano, se acaban de pasar”.
Queda demostrado a través del párrafo anterior:
- El empeño e irrespeto del gobernador de sacar a los vecinos del sitio de Aranjuez (ya había perdido su rango hegemónico) y trasladar a los restantes pobladores a un nuevo asentamiento, utilizando el puerto fluvial de La Barranca como punto de entrada y salida al comercio interior de la provincia de Costa Rica.
- Que los cargos concejiles ya se habían designado por el gobernador Alonso Anguciana de Gamboa, no fueron hechos por elección popular ni por compra de dicho oficio a perpetuidad:
♣ Juan Barboza, Alcalde Ordinario.
♣ Diego de Trigueros, Alguacil Mayor.
♣ Francisco Magariño, Regidor de la ciudad del Espíritu Santo y Escribano de Cabildo.
♣ Peroalonso de las Alas, Capitán de Milicias.
♣ Esteban de Mena, Alcalde de la Santa Hermandad.
♣ Pedro de Balmaceda, Regidor y Escribano de Gobernación.
♣ El padre Fray Juan de Medina, Sacerdote. Éste último era el encargado del convento de los frailes franciscanos [5] y sacerdote, a la vez, cargo que no desempeñó por haber fallecido, de previo al traslado hacia la ciudad del Espíritu Santo; era el habitante de mayor edad, y su cargo fue ocupado por Fray Diego de Guillén, su sucesor.
- Podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la totalidad de los moradores de la ciudad del Espíritu Santo era gente joven, en plena edad laboralmente productiva, siendo el menor Diego de Fonseca con 22 años, y el de mayor edad Diego Polo con 40 años.
- Existió comunicación directa entre el puerto La Ribera, habilitado por el gobernador Perafán de Ribera, y el puerto La Barranca. Esto queda demostrado con la existencia del asiento San Jusepe y la referencia al hato de ganado del gobernador Anguciana. Es válido indicar que el puerto La Ribera se mantuvo en funcionamiento desde 1568 hasta 1574, cuando se trasladó a la población restante del sitio Aranjuez hacia la ciudad del Espíritu Santo.
- En la estación lluviosa de 1574, ya se habían distribuido los solares, el trazado de la ciudad (plano o trazado vial), sus calles principales, el convento de los frailes franciscanos, la iglesia católica con su plaza mayor (un cuadrante total), el “edificio” del Cabildo y la Tesorería Real. Los habitantes de Aranjuez, casi en su totalidad, se habían trasladado al nuevo asentamiento, excepto los miembros concejiles y unas pocas autoridades de gobiernos.
- La ciudad estaba constituida por ranchos y bodegas pajizas, construidas de madera redonda y pisos encascotados de piedra y abarcaba la siguiente delimitación:
♣ Al Oeste: La ribera oriental del río La Barranca.
♣ Al Sur: El río Esparta y su confluencia con el río La Barranca.
♣ Al Este y Norte: El río La Barranca y, en parte, lo que hoy día se conoce como Hacienda Pan de Azúcar.
- La jurisdicción territorial de la ciudad del Espíritu Santo estaba constituida por una legua, a la circunferencia. Las montañas comunales aledañas para conseguir bejuco que servía en la fabricación de canastos, leña para cocinar, recolección de frutas, caza de animales, recolección de miel silvestre, etc. Y éstas estaban dentro de la legua que integraba esa jurisdicción.
Desde 1559, era obligación y costumbre entre los conquistadores realizar el trazado de la ciudad. Esta práctica inició con las Capitulaciones que hizo el rey Felipe II con el Lic. Alonso Ortíz de Elgueta. En sus instrucciones le recomienda que:
“…una vez que hubiese llegado con su gente y religiosos, debería elegir los sitios en donde iban a instalarse las poblaciones; convendría que la tierra fuese sana, fértil, abundante en agua, leña y buenos pastos para el ganado. Tendrían también cuidado de repartirlas entre los pobladores sin quitarles a los indios las suyas. El Rey insiste, en sus instrucciones, en la necesidad de mantener buenas relaciones con ellos a base de paz y amistad”. [6]
Realizado el trazado de la población, el gobernador en el desempeño de sus funciones ordenaba se construyesen las casas y “edificios” necesarios para la defensa de la ciudad y se cultivase la tierra de los indios que trajesen consigo y de los españoles. (Loc. cit.)
- Efectivamente, el asentamiento de la ciudad del Espíritu Santo estuvo ubicado en la margen derecha del río La Barranca.
- La ciudad del Espíritu Santo fue diseñada, pero su traslado y asentamiento se hizo meses después (un trienio), y en forma forzada, porque los habitantes de la ciudad de Aranjuez, no querían perder sus casas, parte del ganado al momento de su traslado y hacienda (recursos económicos).
Es obvio, que el proceso de asentamiento de la ciudad del Espíritu Santo se dio en dos etapas:
1) El traslado parcial e inicial de los habitantes del sitio de Aranjuez, dado en la estación lluviosa de 1574.
2) Y el poblamiento que nuevamente hizo el gobernador “el lunes siguiente tercero día de pascua”, o sea, en la tercera semana del mes de diciembre de 1574; día lunes 17 del mes y año mencionado. Lo anterior, nos evidencia una forma muy particular, de los habitantes de la provincia de Costa Rica en el siglo XVI, para ubicarse en el tiempo. Queda claro que en la Navidad de 1574 se dieron las Pascuas de Nacimiento más hostiles e inolvidables que pudieron haber tenido los pobladores de la ciudad del Espíritu Santo.
De todo lo anterior, colegimos y puntualizamos como la fecha de fundación de la ciudad del Espíritu Santo la estación lluviosa de 1574 (setiembre), no habiendo podido determinar aún el día exacto.
Es importante mencionar las razones que justificaban los habitantes del sitio de Aranjuez para la oposición al traslado hacia la ciudad del Espíritu Santo:
- Los gastos económicos en el traslado del ganado, de un sitio al otro, y los gastos en la construcción de casas.
- La oposición de los vecinos caciques de Garabito para no entregar sus tierras a los habitantes de la ciudad del Espíritu Santo.
- Y tener muchos puertos de navegación a la mar del Sur, a una legua y a dos de distancia, y embarcar mulas y caballos para el Real Haber de Su Majestad y, de igual forma, por tener una tierra fértil para la labranza, crianza y producción de muchas cosas frutales y pesquerías.
- Y por haber “más cosas para sustentar la vida humana”, que no las había en la ciudad del Espíritu Santo.
El gobernador Alonso Anguciana de Gamboa amenazaba a los restantes pobladores del sitio de Aranjuez faltantes del traslado hacia el asiento de la ciudad del Espíritu Santo con los siguientes agravantes:
1) Tener el nuevo asentamiento por cárcel, sin derecho a salir de él, bajo la pena de suspensión del servicio recibido de los indios y una multa de 50 pesos.
2) Ordenar a los naturales de las encomiendas otorgadas a los enjuiciados, que no acudieran con el pago del tributo del maíz y otras cosas que están contempladas en sus tasaciones, ni siembra de milpas para los encomenderos.
3) Que no se alquilen dichos indígenas ni que los demandados los puedan alquilar. Eso, en otras palabras, era no poder tener a disposición “indios alquilones”.
4) La ausencia de pastos y abrevaderos para el ganado, para poder multiplicar y sustentar la raza vacuna, y que en el verano no se murieran de hambre. El gran daño y molestia que los naturales de aquella provincia, y las encomiendas de dichos enjuiciados, recibirían con las vacas, puercos y caballos en sus milpas y heredades.
Resulta importante mencionar que la mayoría de los procesados (Francisco Magariño, Francisco de Fonseca y Juan de Barboza), perdieron el juicio, pese a la apelación que interpusieron ante la Real Audiencia de Guatemala, a excepción de Esteban de Mena que fue absuelto y condenado al pago de las costas procesales. Dentro del presente proceso criminal también, el gobernador Alonso Anguciana de Gamboa, dictó una segunda y última sentencia contra Diego de Trigueros, el 27 de enero de 1575, en el referido sitio de Aranjuez:
“Fallo, por la culpa que deste proceso resulta contra el dicho Diego de Trigueros, que le debo de condenar y condeno en un año de destierro preciso destas provincias de Costa-Rica, el cual salga á cumplir cuando mi voluntad fuere, y en tres vacas é una arroba de hierro para prisiones, y la mitad de lo procedido de las vacas para la cámara é fisco de Su Mag., y la otra mitad para gastos de justicia: y esto, aviéndome piadosamente con él habérsele quemado toda su hacienda: y más le condeno en las costas deste proceso, la tasación de las cuales en mí reservo: y juzgando, ansí lo pronuncio, é mando, é firmo de mi nombre—(f.) Alº de Anguciana de Gamboa”.
Es sorprendente anotar cómo el sentenciado había perdido sus haciendas (patrimonio), de igual forma, el tipo de pena impuesta (destierro a otros lugares de la provincia de Costa Rica). A nuestra manera de pensar, el problema estriba en los términos jurídicos: “El que no tiene plazo, nada debe”; tampoco indica el lugar del destierro que, por lo general, debido a la cercanía del lugar de donde se investigaron los hechos, lo procedente era enviar al destierro a los lugares de Bagaces o Nicoya. Es así, como consideramos que tal destierro no se ejecutó, debido a las siguientes consideraciones:
- La sentencia fue recurrida y enviada en alzada a la Real Audiencia de Guatemala.
- La sumaria concluye, en primera instancia, en diciembre de 1575, y en 1576, toma posesión de su cargo.
- Las causas criminales (penales) que un Gobernador iniciaba, casi nunca eran continuadas por el sucesor. [7]
De igual forma, Diego de Trigueros fue condenado al pago de tres vacas, en una proporción del 50% para la cámara y fisco de Su Majestad, y la otra mitad para gastos de justicia, tomando en consideración que todos sus haberes se habían quemado por mano criminal. Ello, en virtud de que era uno de los últimos opositores a trasladarse a la ciudad del Espíritu Santo. Qué difícil era contribuir con 25 libras de hierro para la utilización de la cárcel pública, aún cuando este mineral y artículos de hierro eran poco usuales en las importaciones a la provincia de Costa Rica. Diego de Trigueros había sido condenado en los gastos de justicia, también fue condenado en las costas del proceso. Creemos que sus pocos bienes no alcanzaban para pagar las tasaciones, por ser excesivas y exorbitantes.
El juicio fue enviado en Alzada a la Real Audiencia de Guatemala, situada en la ciudad de Santiago de Los Caballeros, el 12 de diciembre de 1575. [8] A la fecha, ignoramos los detalles de la modificación de la sentencia. No obstante, reconocemos que el Recurso de Apelación interpuesto por los encartados surtió efecto, en lo referente a la cadena perpetua del fallo, emitido por/y recurrido a Alonso Pérez Farfán. Lo anterior, queda demostrado porque en 1590 Francisco de Fonseca es procesado y condenado nuevamente por el hurto de 200 fanegas de maíz que tomó del pueblo indígena de Santa Catalina de Garabito y vendió en subasta en el puerto La Caldera. [9]
Mencionaremos algunos aspectos muy importantes, en relación con los indios encomendados, y al traslado de los imputados a la ciudad del Espíritu Santo; así como algunos detalles sobre la participación de los jueces que dictaron sentencia (fallo) en este proceso criminal:
Muchos de los indígenas de Chomes al servicio de las encomiendas habían huido a las montañas, debido a las vejaciones que cometían los encomenderos de Chomes contra ellos. En torno a este aspecto, es importante resaltar que dichos indios, y otros de distintas lenguas, habían disminuido en términos cuantitativos, a causa de las epidemias ocurridas en 1573…
“…que generalmente hubo en esta provincia (Costa Rica) y en la de Nicaragua y Nicoya, que en veinte días perecieron trescientas ánimas en aquel pueblo solo de Nicoya”.
Por nuestra parte, consideramos que la catástrofe ocurrida en contra de los indígenas de Chomes fue una verdadera pandemia, donde murió en Nicoya un promedio diario de quince aborígenes. Esta situación trajo consigo otras enfermedades derivadas de la causa de muerte y, por ende, “pestilencias”.
En el primer trimestre de 1575, ya todos los habitantes del sitio de Aranjuez habían culminado sus traslados. El gobernador Alonso Anguciana de Gamboa permaneció en la ciudad del Espíritu Santo del 5 al 8 de febrero de ese año, dedicado a la tramitación de la citada sumaria. Lamentablemente, por cuestiones administrativas en la ciudad de Cartago, este gobernador no pudo fallar en la causa contra Francisco Magariño, Francisco de Fonseca y Juan Barboza; para tal efecto, se nombra a un juez poco letrado llamado Alonso Pérez Farfán, quien condenó a prisión perpetua a estos tres miembros concejiles. Veamos parte de dicha sentencia:
“Fallo que debo de condenar y condeno por lo que por este proceso resulta contra ellos (los imputados arriba mencionados) en la prisión por penas y en las costas de este proceso”. [10]
Retomando el tema sobre la ciudad del Espíritu Santo, diremos que fue una ciudad con mucho rango político. Fueron sus autoridades:
- Peroalonso [11] de las Alas: Alcalde Mayor.
- Juan Solano: Capitán de Milicias, título comúnmente denominado “Maese de Campo”.
- Diego López Nieto: Contador o Tesorero de la Caja Real.
- Bartolomé Dávila: Lugarteniente de Gobernador.

Es importante de resaltar que los endilgados, al 17 de febrero de 1575, llevaban 70 días de estar en el cepo. Calculemos cuántos días tendrían de estar en el cepo los encartados al 12 de diciembre del mismo año, en que la Real Audiencia de Guatemala recibiera en apelación el fallo recurrido contra los miembros concejiles de la ciudad del Espíritu Santo, por nuestra parte, hemos hecho la correspondiente adición y nos da un producto de 370 días, tomando el mes de 30 días.
En la provincia de Costa Rica y Alcaldía de Nicoya, se utilizó el cepo como un instrumento para coartar la libertad de tránsito de muchos enjuiciados y condenados. Consistía en un trozo de madera seccionado en forma horizontal, en dos partes iguales, con varios hoyos –por lo general 6 u 8–, donde se sujetaba al prisionero del tobillo o tobillos. En cada extremo, ambas secciones de madera, se aseguraban con un pasador de hierro o madera. Dicho instrumento, permanecía en la casa del gobernador, donde estaba el cabildo y también la insegura cárcel.
El uso y costumbre de nombrar la totalidad de los miembros del Cabildo el día primero de diciembre de cada año fue interrumpida en la ciudad del Espíritu Santo, por cuanto el gobernador sólo se preocupó por la persecución penal y existía inopia en la población para la elección de estos cargos. Los miembros del Cabildo de la ciudad del Espíritu Santo no tuvieron otra tarea que hacer que la propia defensa, y al margen quedaron los intereses del gobierno local. Al no existir gobierno local en funciones, el pueblo estuvo a la deriva durante ese período. La inconformidad de los pobladores de la ciudad del Espíritu Santo fue tan grande que perduró por un trienio. Situación de la cual se aprovechó el sucesor de Anguciana, o sea, el nuevo gobernador Diego de Artieda y Chirino para trasladar la ciudad a un nuevo asiento.
La inconformidad de los enjuiciados también estribó en los actos de corrupción de muchos españoles que vinieron a la empresa conquistadora, pacificadora y colonizadora a realizar actos indebidos, indecorosos y atrevidos. En este proceso criminal, ellos recusaron a los siguientes vecinos de Aranjuez:
- Teniente Bartolomé Dávila
- Juan Romo
- Diego Quintero
- Peroalonso de las Alas
- Diego López Nieto
- Antonio de Castro
- Luis González de Estrada
- Francisco de Benavides
- Cristóval de Alfaro
- Gómez Xaramillo
- Juan Azuar de la Guarda
- Álvaro de Acuña
- Alonso Ximénez
- Juan de Quiroga
- Miguel Gerónimo de Espinoza, Escribano de esta causa.
Pero, el gobernador Alonso Anguciana de Gamboa prestó oídos sordos a dicha recusación, pues su interés no era permitir contradicciones dentro su causa, ni perseguir a sus coterráneos corruptos.
El sitio San Jusepe
Esta región era conocida, transitada y habitada, desde 1572, por los indígenas súbditos del Cacique Mayor Garabito. En dicha zona, se encontraba el sitio San Jusepe, que fue el nombre inicial que tuvo el lugar donde se asentó posteriormente la ciudad del Espíritu Santo y
“…estando allí como está para el dicho efecto un sacerdote y haber dos años y más, que lo piden los naturales, que se juntarían todos en el valle y sitio donde está la dicha ciudad”. [12]
Es obvio, que en el sitio donde se fundó la ciudad del Espíritu Santo, existía antes de 1572 un sacerdote para la catequización y evangelización de los naturales. Y, sin duda alguna, era el lugar más apropiado para la salida a mar abierto (Océano Pacífico), en busca de pescado, de caracoles para extraer la tinta del múrice, chuchecas y otros productos marinos. Queda claro que el lugar donde se asentó la ciudad del Espíritu Santo ya era conocido por los aborígenes y algunos moradores, y no fue un lugar descubierto por Alonso Anguciana de Gamboa.
Retrato fiel de un Gobernador ambicioso, temible y perverso
Poco o nada se ha querido decir de la persona de Alonso Anguciana de Gamboa y su estilo muy particularmente negativo de gobernar.
Por tal razón, y en honor a la verdad, no nos duelen prendas -siglos después- hacerlo a la luz, con fundamento en los documentos (objetividad) que hemos tenido a la vista para su estudio e interpretación.
Existieron grandes e irreconciliables diferencias entre los moradores de la ciudad de Aranjuez, los naturales (indígenas de Chomes) y el gobernador Alonso Anguciana de Gamboa.
Este último, cuando asumió el cargo de gobernador, era una persona de la tercera edad, de carácter fuerte, autoritario, inquebrantable en sus decisiones, de trato descortés, abusivo con su autoridad, impositivo y de sentimientos despiadados, reconocido avasallador y explotador de los indígenas y esclavos negros a su servicio, de trato arduo, irrespetuoso y agresivo con las mujeres, a pesar de sus 76 años de edad. [13]
Y, al respecto, manifiesta don Carlos Monge Alfaro:
“Creyeron los españoles avecindados en Cartago y Aranjuez que con Alonso Anguciana de Gamboa vendrían mejores días. Sin embargo, fallaron en sus deseos, pues el nuevo gobernador hostilizó a los pobladores de Costa Rica como no lo había hecho antes ningún otro. Ambicioso, rapaz, desconsiderado, persiguió a quienes le criticaban. En su desmedida ambición llegó hasta despoblar Aranjuez y fundar, cerca de unas tierras ricas en oro que poseía, la Villa del Espíritu Santo de Esparza”. [14]
Finalmente, debemos de hacernos las siguientes interrogantes: ¿Cuál era la dieta alimentaria en el segundo tercio del siglo XVI? ¿Quiénes cultivaban y suministraban estos productos y de dónde se obtenían?
La dieta gastronómica estaba basada en el consumo del maíz y sus derivados, productos que cultivaban, en el valle del Coyoche [15], los maceguales del Cacique Mayor Garabito “…los dichos indios de Garabito han dado e dan a los que van y vienen de comer e tamemes(mecates) para la carga” [16]. Es lógico suponer que los indios de Garabito superaban a los indios Chomes en términos cuantitativos y, consecuentemente, eran mayores productores de cementeras (milpas), y las casas de los naturales estaban más cerca de la ciudad del Espíritu Santo. Y estos indígenas de Garabito traían, para las casas de los españoles “…el pescado, iguanas e puercos de monte e otras cosas” [17]. Sin duda alguna, el consumo de garrobo era parte de la dieta de los indígenas y, a partir del tercer cuarto de siglo, de la dieta de los españoles. En síntesis, los esparzanos hemos sido muy buenos para comer garrobo (“gallina de palo”), y es una costumbre que deriva desde la época precolombina.
Es importante resaltar que la ciudad del Espíritu Santo fue trasladada en los primeros meses de 1577, al sitio actual con el nombre de Esparza, y por el nuevo gobernador Diego de Artieda y Chirino. Aunque la población es trasladada, su arteria comercial principal –puerto La Barranca– continuó con el servicio de cabotaje para el comercio interno y acopio de productos para exportar en grandes cantidades por el puerto La Caldera. Por nuestra parte, consideramos de suma importancia demostrar fehacientemente lo antes expresado sobre el puerto La Barranca.
El Puerto de La Barranca
En 1590, las autoridades locales coloniales tomaron declaración al indígena llamado Antón, asistido por Francisco, indio intérprete “de la encomienda que en garavito tiene el gouernador de Artieda, difunto” [18] y en el encabezado de los autos, se expresa:
“En el astillero del rio de la barranca términos de la ciudad de Esparca, en cinco dias del mes de hebrero de mill y quinientos noventa y un años”. [19]
La cita textual es elocuente para demostrar la existencia del puerto La Barranca, aún cuando el sitio había sido despoblado y su población trasladada al sitio que actualmente ocupa el epicentro de la hoy ciudad del Espíritu Santo. El puerto La Barranca subsistió porque fue el más apropiado, dentro de la jurisdicción de Esparza, por su fácil acceso, y al estar ubicado en tierras planas, aproximadamente a una legua de la ciudad de Esparza, la misma distancia que separa la ciudad de Esparza con el puerto la Caldera. No hemos encontrado ningún documento donde el gobernador Artieda y Chirino se haya opuesto a la apertura y continuidad del puerto La Barranca. [20]
En torno a la fecha supracitada, debemos manifestar que, desde 1590, las embarcaciones se fabricaban en la zona y, por ende, la existencia de un astillero en el río de la Barranca, específicamente en la desembocadura de este río con el de Esparza; exactamente donde estuvo el asentamiento de la ciudad del Espíritu Santo. Poblamiento fundado en 1574, por Alonso Anguciana de Gamboa.
En 1759, el señor Pascual Doria, vecino de Panamá, solicita licencia a las autoridades locales para realizar un viaje con su canoa llamada La Virgen de los Dolores y anclada en el puerto de la Barranca hacia el Puerto de Montijo. Éste desea llevar algunos productos de la provincia de Costa Rica, hacia Santiago de Veraguas en la jurisdicción de Panamá. Entre los productos de su carga menciona:
1 Quintal de ajos y cebolla.
1 Quintal de zarza y
19,5 Quintales de tabaco. [21]
En julio de 1761, Jerónimo de las Mercedes y Flores, solicita permiso para exportar al Reino de Tierra Firme, 16 quintales de tabaco en rama, utilizando el Barco Nuestra Señora del Carmen, anclado en el Puerto de La Barranca. La exportación de tabaco por el puerto antes mencionado había llegado a su máximo esplendor; resaltamos que se exportaron en ese año un total de 16 quintales de tabaco, una cantidad bastante considerable. [22]
Un bienio después -en octubre de 1763-, se iniciaron unas investigaciones, a solicitud de don Felipe de Paz Soldán, comerciante y vecino de Panamá, quien demandó a Pedro Joaquín de Montoya para que le pagara una carga –bultos de Tabaco–, que iba a embarcar por el Puerto de La Barranca, y que se perdieron.
En el proceso uno de los testigos manifestó:
“…el furioso temporal del mes de octubre del año pasado, -1762- rompió el rio La Barranca y se unió con el de Esparza, que era donde estaban las galeras, arrasando las bodegas y perdiéndose ahí el tabaco almacenado …todo mundo quería llevar su tabaco, no había lugar y muchos pasajeros”.[23]
El párrafo anterior nos describe la baja depresión, ocurrida en 1762, sus dimensiones, pérdidas, enumera comerciantes y productos a exportar.
Lo anterior, queda demostrado con estas dos fuentes documentales. En síntesis, el comercio y el tránsito de pasajeros por el puerto La Barranca fue utilizado por muchos pobladores de Esparza, y por un período superior a los 162 años. Fue un soporte y un centro de acopio, en cuanto a las exportaciones por el puerto La Caldera. Los productos que llegaban al puerto La Barranca, a través del servicio de cabotaje, se almacenaban en las bodegas pajizas y luego en grandes cantidades, se transportaban hasta el puerto La Caldera. Además, existió un movimiento considerado de pasajeros desde la segunda mitad del siglo XVIII.
Los pobladores del puerto de La Barranca, sin duda alguna, tomaron medidas de precaución en torno a este fenómeno natural y así evitar que se volviera a repetir. Así las cosas, llegamos a comprobar que este puerto fluvial tuvo un reasentamiento portuario, a partir de 1762, precisamente, a unos ochocientos cincuenta metros, aguas arriba de donde estuvo ubicado anteriormente dicho fondeadero. Esta hipótesis la hemos logrado comprobar con varias visitas de campo, en las cuales, hemos podido corroborar:
- La abundancia de árboles de maderas preciosas utilizados para la fabricación de embarcaciones, tales como:
♣ Cedro amargo,
♣ Pochote,
♣ Roble de Sabana,
♣ Almendro de río, y
♣ Guanacaste, entre otros.
- En toda la región, logramos encontrar arboledas con ejemplares de gran longevidad, muy visible por la altitud y grosor del tronco y ramificaciones. En el caso de los árboles de guanacaste del lugar, los mismos llegaron al final de su ciclo de vida, presentando perforaciones en el tallo.
- Descubrimos la existencia de un dique fabricado en cemento, en perfecto estado, lo que nos hace suponer que fue hecho en los años de decadencia portuaria, y utilizado para reparar las embarcaciones cuando se dañaban en las partes que componían sus cascos.
- De igual manera, hallamos los vestigios de un canal muy visible, ubicado de norte a sur, por donde las embarcaciones ingresaban hasta llegar a dicho dique para ser reparadas.
- La existencia de dos cepas gigantescas de ‘tuna’ o ‘nopal’ (opuntia ficus-indica), de apariencia muy antigua. Esta planta cactácea se utilizaba para preparar un producto, a partir de su mezcla con cal y otros ingredientes, para pintar las embarcaciones, tanto en la parte interior como exterior, para protegerlas de las inclemencias del tiempo y de otros depredadores.
- El hallazgo de un ancla, con una longitud de 1,85 metros y un peso exacto de 360 kg., y su respectivo cable de hierro, con una extensión superior a los 70 metros, aproximadamente, que servía de sujeción de la embarcación hacia tierra firme, para evitar el arrastre de la corriente fluvial, en este caso. El cable de hierro estaba compuesto de seis cordones, cada uno de ellos conformado por 19 hilos. Esta ancla, enterrada por el sedimento, fue encontrada por unos vecinos de río Barranca, a unos ochocientos cincuenta metros al norte de la confluencia de los ríos Esparza y La Barranca; precisamente, en el punto donde se trasladaron las obras portuarias de La Barranca, a raíz de las inundaciones mencionadas.
- En la zona muy cercana a este hallazgo, hemos encontrado muchos metros de montículos construidos de piedra, que reflejan la existencia de construcciones en dirección al hallazgo y también a escasos 30 metros hacia el este, que servían como muralla de contención ante una nueva inundación, y así delimitar la zona portuaria y sus “edificaciones” hechas de paja y techos de palma real, material muy abundante en la zona.
Posterior a la reinstalación del fondeadero, en forma simultánea surgió un retroceso en la economía portuaria. Las pérdidas de las bodegas y sus productos, así como del embarcadero, trajeron un repliegue. Muchos mercaderes no querían exponerse a otras pérdidas. Existía otra alternativa portuaria: La Caldera y, años más tarde, el puerto de Puntarenas. Surge la decadencia portuaria hasta llegar a convertirse en el servicio de una barca para trasladar personas y productos de Esparza a Puntarenas y viceversa.
La existencia del astillero, o sea, el lugar donde se construían embarcaciones, continuó en el mismo lugar, utilizando las mismas técnicas: los rodines de madera redonda y la fuerza animal y humana para trasladar la embarcación hasta el cauce del río La Barranca.

Actualmente, el río Esparza desvió su dirección al desembocar en el río La Barranca; y lo más sorprendente es que su caudal, en la estación seca del año 2012, se había reducido en forma alarmante y al mismo tiempo se construyó una región, que hoy está consolidada de piedras. El caudal de este último río también se ha reducido y utiliza la mitad de la cuenca desarrollada en la época de la colonia. De igual forma, es importante resaltar que, en siglos anteriores, sus aguas desembocaban en forma directa, facilitando considerablemente el anclaje de las flotas y pequeñas embarcaciones.
En una observación realizada en la confluencia de los ríos Esparza y La Barranca, pudimos observar que la marea llega hasta la desembocadura del primero.
Por otra parte, y de acuerdo con datos históricos, el desbordamiento del río La Barranca y Esparza, sucedido en 1762, hace pensar que el río La Barranca tenía, en esa época, un caudal de agua superior a 2,50 metros de profundidad. Esto se comprobó, partiendo del nivel de agua del lecho del río La Barranca con el nivel del suelo, en la jurisdicción de la zona de Pan de Azúcar. Así, el asentamiento de la ciudad del Espíritu Santo se ubicó al margen izquierdo –al norte– de la confluencia de ambos ríos, partiendo aguas arriba. En otra gira de campo, pudimos notar los vestigios visibles de un ramal del río Esparza que fue el causante de las inundaciones de la obra portuaria, en octubre de 1762.
En 1883, había desaparecido totalmente el puerto de La Barranca y, en su lugar, sólo existía una barca, precisamente en el mismo lugar, para trasladar pasajeros de Esparza hacia Barranca y Puntarenas y viceversa. Este transporte se rigió por un contrato que otorgó la Secretaría de Fomento. [24]
Varios indígenas de la ciudad del Espíritu Santo continuaron viviendo en esta región, y otros se retiraron del centro de población, como lo demuestra la zona arqueológica ubicada en la región, que hoy día se conoce como Complejo Turístico La Roca. En este lugar, varios trabajadores encontraron grandes cantidades de utensilios de piedra, cerámica y objetos de jade. Hacia el litoral de este sitio, está la Roca Carballo, que ofrece y ofreció a los nativos una excelente vista panorámica a alta mar.
En cuanto a la actividad comercial en el puerto La Barranca, debemos mencionar que existió un gran flujo, en cuanto al despacho y descarga de muchos productos de la región que procedían, especialmente de los siguientes puertos naturales o embarcaderos:
- Puerto de Alvarado y Abangares. El primero ubicado en la desembocadura del río Tempisque y el otro ubicado en el río del mismo nombre.
- Puerto Landecho, desembocadura del río Jesús María o Gamalotal -Estuario de Tivives-.
- Puerto Humo. Ubicado en la jurisdicción de Nicoya.
- Puerto San Pedro de El Palmar, ubicado en el estuario del río Tubures o Naranjo. Por este lugar, desde 1579, se exportaban productos hacia Panamá, Acapulco y el Realejo, tales como cacao, tabaco y maíz. Se importaba loza, telas, ropa, medias, pañuelos, hierro, machetes, hachas y licor. [25]
Retomando el tema, esta ruta terrestre en análisis hacia el puerto La Caldera, no pierde total importancia. Si bien es cierto queda como una ruta alterna, a partir del traslado y asentamiento de la ciudad del Espíritu Santo, al sitio actual con el nombre de Esparza; la misma perduró hasta la decadencia del puerto antes mencionado en las dos primeras décadas del siglo XIX.
Este camino supracitado reúne mayores condiciones, en cuanto al transporte y viaje de personas con bueyes, a pie, a caballo o en mulas. Basta tomar en consideración la topografía del terreno, pues la ruta Esparza-Caldera siempre ha mantenido pendientes bien inclinadas, que durante la época lluviosa hacían intransitable el recorrido con bueyes, caballos y mulas; por tal razón, la ruta antes mencionada, se convirtió en un “Camino de Mulas” que salía de La Caldera hacia Quepos, y de aquí hasta Panamá. También existía una ruta que se desviaba hacia Cartago. Sin duda alguna, a partir de este momento, la ruta original, aunque con la misma distancia, recobró suma importancia.
Quizás, lo más importante para comprobar lo afirmado, y demostrar que existió una ruta inicial es: que dicha ruta aparece bien trazada en los planos de fundación y asentamiento de la colonia Artieda de Esparza, fundada a principios del siglo XX; así como también en la hoja cartográfica Barranca. Esta situación también queda comprobada en la entrevista realizada a don Teodoro Mora Mora, vecino de Chumical; quien expresó:
“…tengo más de 95 años. Soy oriundo de Chumical y este camino existe desde la época de mis abuelos. Ellos usaban mucho esta ruta de Salinas hasta el Pochote de Barranca para arriar ganado y luego subastarlo”. [26]
En la actualidad el poblado de “Chumical” tiene cinco vías de acceso:
- La ruta colonial antes descrita.
- El Camino que sale de El Mojón, pasa por Humo, Quebrada Honda, hasta llegar al asentamiento.
- La vereda recién abierta, por Jocote en la jurisdicción de Juanilama.
- La entrada por el entronque (cerca de Salinas).
- Y la calle que sale de Caldera, que pasa en parte por la estación La Moncha, cruzando la quebrada Barbudal. Sin temor a equivocarnos, la vía más utilizada por los comerciantes y pobladores que trasladaban sus productos del puerto La Barranca a puerto La Caldera, y viceversa.
En conclusión, suponemos que en época colonial, al igual que en la actualidad, este río se vuelve caudaloso y extenso pocos metros antes de su desembocadura en el río la Barranca. Y es muy posible que, en la estación lluviosa, su caudal impidiera el libre tránsito de esta región hacia La Caldera, por lo que suponemos la existencia de una canoa como medio de transporte fluvial, y así cruzar el río Esparza.

El trabajo de campo ha permitido afirmar que, desde la fundación de la ciudad del Espíritu Santo, existió un camino saliendo a Pan de Azúcar con rumbo hacia el sur pasando por Artieda, siguiendo el camino a Salinas, hasta terminar en el sitio La Caldera. Y otra intersección de este pueblo, pasando por La Moncha hasta llegar a Caldera.
Sobre la región de La Caldera, existe mucha documentación colonial que permite reconstruir su casco urbano y la extensión territorial, que llegaba hasta lo que hoy constituye la roca de Carballo y la del Icaco. Estas rocas eran utilizadas por un cabo y tres soldados, para vigilar las embarcaciones que navegaban en alta mar y también por embarcaciones sospechosas, o extraviadas. La roca Carballo, ubicada dentro el Complejo Turístico La Roca, y la segunda ubicada en el litoral Pacífico entre Tivives y Caldera, específicamente en el extremo Occidental de la planicie Las Mesas. [27]
Finalmente, debemos recordar que La Barranca fue el único puerto habilitado en la ciudad de Esparza y su jurisdicción, que perduró durante toda la Colonia y trascendió a la vida republicana, floreciendo durante el siglo XVI y decayendo con la apertura del puerto de Puntarenas, en 1812.
Esperamos no defraudar al lector con este pequeño intento de reconstruir el origen del primer “asentamiento” de nuestra ciudad, cuyo nombre inicial fue conocido como Espíritu Santo, por iniciativa e intereses propios de su fundador, el gobernador Alonso Anguciana de Gamboa.
En una entrega posterior, desarrollaremos la información pertinente a un nuevo enfoque histórico geográfico sobre la ciudad en su segundo y último asentamiento, bajo el nombre de Esparza, y por el sucesor Diego de Artieda y Chirino.
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NOTAS y REFERENCIAS
[1] Este acervo documental custodia expedientes muy interesantes sobre matrimonios, bautizos, defunciones, cofradías y capellanías de los diferentes pueblos de la colonia de la entonces provincia de Costa Rica. Son fuentes documentales que, entre otros detalles, mencionan la vida religiosa de un pequeño grupo de personas que simultáneamente mantenían el poder político social y económico de un determinado pueblo.
[2] A mediados del mes de noviembre de 2013, el Lic. Arturo Ugalde García viajó al Archivo General de la Nación, en México, y en su búsqueda documental logró comprobar que, efectivamente, no existe nada con respecto al tema de marras.
[3] El primer paso tomado por el gobernador Alonso Anguciana para el poblamiento de la ciudad del Espíritu Santo fue eliminar el rango de ciudad al pueblo de Aranjuez y otorgarle este rango a la ciudad en crecimiento y trasladar el cabildo en forma íntegra a este nuevo asentamiento. La mayoría de los integrantes del cabildo fueron trasladados con grilletes y en calidad de reos a la ciudad del Espíritu Santo, a que se les dio por cárcel, por ausencia de la misma.
[4] Fernández, León. ASENTAMIENTOS, HACIENDA Y GOBIERNO. Nicoya y el Golfo. Cartago y Valle Central. Gobierno y Constitución. Colección de Documentos para la Historia de Costa Rica, Volumen III. Biblioteca Patria. Editorial Costa Rica. San José, Costa Rica, 1976. Pág. 36.
[5] En el proceso criminal de marras, manifiesta el imputado Esteban de Mena: “…queste confesante vido a Domingo Ximenez una vez en el monasterio de San Francisco, é otra vez en la iglesia (de Aranjuez)…”. Diego Polo declaró dentro de la misma sumaria: “…dixo que lo niega, que nunca este confesante lo vido ni habló con él (con Domingo Ximenez), é que oyó decir hoy dicho dia que había andado paseándose por las sabanas é questaba retraido en San Francisco (monasterio), é que no sabe otra cosa” (Ibíd., pág. 30 y 35), Las citas textuales anteriores son elocuentes para demostrar que nunca existió otro convento en la jurisdicción de la ciudad del Espíritu Santo que llevara el nombre de San Lorenzo.
[6] Ibíd. Pág. 101.
[7] Durante la Colonia, existió una divergencia entre lo penal y las causas civiles. Muchas causas penales, hoy día, son delitos en materia civil y de familia. No existía un manual de procedimientos penales, de ahí que las sentencias fueran muy subjetivas y antojadizas.
[8] Los imputados Francisco Magariño, Francisco de Fonseca, Juan de Barboza y Esteban de Mena habían prestado servicios a la Corona desde 1560, quienes vinieron a Costa Rica con la empresa colonizadora de Juan de Cavallón, primer conquistador de Costa Rica; ostentó el título de Alcalde Mayor de Nicaragua y de la provincia de Nuevo Cartago.
[9] En esta causa, las autoridades judiciales nunca determinaron que el encartado, Francisco de Fonseca, tenía juzgamientos y una condenatoria anterior. Es importante resaltar que Diego de Artieda y Chirino, como la máxima autoridad judicial, no pudo llevar a cabo la etapa investigativa, ni intermedia, mucho menos la etapa de pruebas. Este gobernador había fallecido en un naufragio (a inicios de 1590), cuando se dirigía a España.
[10] Ibíd. Págs. 63-68. De los tres enjuiciados, el único que fue trasladado a la ciudad de Cartago, conjuntamente con dicho gobernador, fue Francisco Magariño; y los restantes regidores quedaron presos en la cuidad del Espíritu Santo.
[11] Este nombre, vino a derivar en el apelativo de Pedro.
[12] Ibíd. Pág. 54.
[13] Para más detalles, véase la copia del Juicio de Residencia de Alonso Anguciana de Gamboa que se encuentra en la Sección Colonial del Archivo General de la Nación de México, cuya signatura consta de 590 folios, expediente al cual el coautor de este artículo, historiador Lic. Arturo Ugalde García, ha tenido acceso, para su lectura e interpretación, en noviembre de 2013.
[14] Monge Alfaro, Carlos. Historia de Costa Rica. Editorial Librería Trejos. 17ª Edición. San José, Costa Rica. 1982. Página 120.
[15] “Coyoche” era el nombre autóctono de los indígenas que luego integraron la provincia de Garabito y, consecuentemente, a la encomienda repartida a Andrés de Garabito. La jurisdicción del valle del Coyoche estaba delimitada por el río Barranca y el río Jesús María, e iniciaba desde su nacimiento hasta la confluencia de ambos ríos con el océano Pacífico. En síntesis, hablar de los indios “Coyoches”, es hablar de los indios de Garabito.
[16] Ibíd. Pág. 40.
[17] Ibíd. Página 37.
[18] A.N.C.R. (Archivo Nacional de Costa Rica). Serie Guatemala Colonial, Signatura 008, Folios. 25 y 32 V.
[19] A.N.C.R. Sección Histórica, Serie Guatemala Colonial, Signatura 008. F. 28.
[20] El párrafo anterior no quiere decir que el gobernador de Artieda y Chirino no hiciera lo contrario a su antecesor. Durante la primera etapa de la Colonia era muy usual que el sucesor deshiciera algunas obras de su antecesor. Por ejemplo, Diego de Artieda y Chirino deshabilita el puerto de Landecho para dar apertura al puerto La Caldera.
[21] A.N.C.R. Serie Cartago Colonial, Signatura 0538, marzo 28 de 1759, Fls. 3.
[22] A.N.C.R. Serie Cartago Colonial, Signatura 0551, Fls. 1 y 1V. El Puerto La Barranca durante el siglo XVIII desplegó una excelente actividad comercial. En 1763, se construyeron unas galeras para el acopio de tabaco y así realizar con mayor facilidad; la exportación a Panamá.
[23] A.N.C.R. Serie Complementario Colonial, Signatura 4426, F. 4 y 4 V.
[24] A.N.C.R. Sección Secretaria de Fomento, expediente Nº 4574.
[25] A.N.C.R. Sección Histórica. Serie Mortuales Coloniales. Signatura 1301, Folio 2 F, 50, 52, 62.
[26] Entrevista a don Teodoro Mora Mora, en su casa de habitación en Artieda, noviembre de 2011.
[27] A partir de la habilitación del puerto La Caldera, las tierras aledañas tomaron un gran auge en cuanto al denuncio de tierras baldías. Los miembros de la élite colonial de Cartago (españoles), moradora en la ciudad de Esparza, fueron los principales denunciadores, entre ellos el presbítero Salvador de Laya y Bolívar, Francisco de Ocampo y Golfín y otros.
BIBLIOGRAFÍA
Fernández, León. ASENTAMIENTOS, HACIENDA Y GOBIERNO. Nicoya y el Golfo. Cartago y Valle Central. Gobierno y Constitución. Colección de Documentos para la Historia de Costa Rica, Volumen III. Biblioteca Patria. Editorial Costa Rica. San José, Costa Rica, 1976.
Monge Alfaro, Carlos. Historia de Costa Rica. Editorial Librería Trejos. 17ª Edición. San José, Costa Rica. 1982.
Ugalde García, Arturo. Contexto Histórico – Geográfico del Liceo de Esparta 1574 – 1974. Inédito. Esparza, Puntarenas, Costa Rica. 2012.
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AUTORES:
(*) Lic. Arturo Ugalde García, Educador, Historiador Académico Graduado de la Universidad de Costa Rica (UCR), Abogado y Notario Público.
(**) Marco Fco.·. Soto Ramírez, Gestor Sociocultural Esparzano, Director del Proyecto de Investigación, Rescate y Difusión Cultural “ESPARZA MÍA…”
Que manera más profesional de ilustrar acerca de la fundación de nuestra querida Esparza créanme que disfrute la lectura rica en datos que sustentan el valioso aporte gracias a Dios tuve la posibilidad de poder leerlo sin interrupciones y de poder asimilar de manera fresca esta hermosa reseña ahora solo puedo agradecer por su gran esfuerzo y dedicación para compartir estos valiosos datos que son como un tesoro .recomiendo a todos los esparzanos que lo lean ….Dios los bendiga siempre
Muchísimas gracias por tus apreciaciones, Luis Santiago.
Atte.
Marco Fco. Soto Ramírez